Frenkie de Jong vuelve a ser protagonista. por algo que cada vez pesa más en el vestuario azulgrana: su voz. En octubre y noviembre de 2025, el neerlandés dejó una serie de declaraciones que dibujan con precisión el momento del Barça. Un discurso directo, sin adornos, y con la posición de quien ya es uno de los líderes de la plantilla.
el diagnóstico de Frenkie: “Hay cosas que tenemos que ajustar”
Frenkie habló claro sobre el rendimiento del equipo. Su autocrítica fue tan honesta como contundente:
“Hay cosas que hay que ajustar. Estamos trabajando en ello, pero no siempre lo plasmamos en el campo.”
Una frase que, más que una crítica, suena a responsabilidad. A la voz de un jugador que ya piensa en clave colectiva y no en excusas.

Y remató con una reflexión que resume el sentir del vestuario:
“Tenemos que dejar atrás el año pasado… no fuimos el mejor equipo de Europa y concedimos demasiados goles.”
Lamine Yamal bajo el paraguas de Frenkie: calma y confianza
En plena tormenta mediática alrededor de Lamine Yamal, Frenkie fue uno de los primeros en enviar un mensaje de tranquilidad. El neerlandés no dudó en alabar al joven:
“Lamine ha sido bueno, es un jugador muy bueno… es especial y siempre marcará la diferencia.”
Un apoyo necesario en un momento en el que cada partido parece un examen.
El estatus de Lewandowski
Otra frase que no pasó desapercibida fue la que dedicó a Robert Lewandowski. De Jong no se anduvo con medias tintas:
“Con Lewandowski somos mejores y todos lo saben.”

En un periodo en el que se discute la continuidad del polaco y su papel en el equipo, Frenkie fue tajante.
Para él, la jerarquía se respeta. Y Lewandowski sigue siendo una pieza esencial.
Frenkie habla como un líder… porque ya lo es
Las declaraciones de De Jong en estos meses dejan una sensación clara: ya no es solo un mediocentro brillante; es un peso pesado dentro del vestuario.
- Señala errores sin miedo.
- Protege a los jóvenes.
- Reconoce debilidades colectivas.
- Reafirma jerarquías en el equipo.

Frenkie de Jong habla porque sabe que debe hacerlo. Porque su visión importa.
Y porque, quizás sin pretenderlo, se ha convertido en uno de los termómetros emocionales del Barça.
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