El FC Barcelona Femení vuelve a recibir un golpe durísimo en un parón de selecciones que está dejando cicatrices profundas. Primero cayó Aitana Bonmatí, lesionada de gravedad y prácticamente descartada para toda la temporada. Ahora, la afectada es Kika Nazareth, otra pieza clave para Pere Romeu. En total, el conjunto catalán suma ya cuatro bajas, todas ellas importantes y, salvo esta última, de larga duración.

Fuente: Soc Blaugrana.
El contexto preocupa aún más por un problema evidente: la plantilla es corta. Muchísima calidad, sí, pero muy poca cantidad. Apenas 20 futbolistas para competir por todos los títulos: Liga F, Champions, Copa y Supercopa. Un escenario límite.
Alivio dentro de lo malo
La noche del viernes en el Estadio Municipal de Braga fue amarga para Kika Nazareth. La portuguesa cayó lesionada en el minuto 39’ y su selección, además, perdió 2-1 ante Países Bajos. El amistoso salió carísimo.
El FC Barcelona confirmó posteriormente un esguince en el ligamento lateral interno del tobillo izquierdo. La buena noticia, dentro del desastre, es el tiempo estimado de baja: unas tres semanas. Las lágrimas iniciales hacían temer algo mucho peor.
Aunque podría reaparecer en el último duelo del año ante el Alavés, lo más sensato es que Pere Romeu no arriesgue absolutamente nada y la recupere ya en 2026.

Kika se perderá:
- 2 partidos de Liga F: UD Tenerife y Levante Las Planas
- 2 partidos de Champions: Benfica (su exequipo) y Paris Saint-Germain
Una ausencia importante en un momento de calendario muy exigente.
Un ritmo insostenible
Las lesiones están siendo el pan de cada día en el Barça Femení. El cuerpo técnico y el staff médico encadenan semanas de trabajo contrarreloj. El fútbol actual exige un ritmo físico extremo: todos los rivales compiten, cada semana hay batallas durísimas y el margen de recuperación es mínimo.
El problema estructural es evidente:
- Calendarios saturados
- Más competiciones y más partidos
- Viajes largos y acumulación de minutos
- Finales y eliminatorias a doble partido
Ni la élite está pudiendo sostener este ritmo sin pagar factura. Y la factura, en este caso, es altísima.

Aunque los clubes disponen de herramientas, planificación y profesionales del máximo nivel, no es suficiente. La dinámica apunta, además, a empeorar: mientras el fútbol siga siendo tratado como un negocio antes que un deporte, la salud de los jugadores y jugadoras seguirá en segundo plano. Ver un parte médico tras casi cada partido se ha vuelto rutina; cuando no lo hay, ya es noticia.
Al final, sólo los propios futbolistas pueden plantar cara a una situación que amenaza su bienestar y sus carreras.