Este pasado partido contra el Eintracht Frankfurt, el Barça logró revertir un marcador adverso y venció 2-1 gracias a dos goles de Jules Koundé, ambos con participación —en parte— de Lamine Yamal. Sin embargo, lo que captó tanta atención como la remontada fue la reacción de Yamal cuando fue sustituido en el minuto 89.
Las cámaras lo mostraron visiblemente molesto: expresión seria al abandonar el campo, gestos hacia el banquillo y un semblante tenso que contrastaban con la victoria. Su actitud no pasó desapercibida y enseguida comenzaron las comparaciones con episodios similares de otros futbolistas conocidos que reaccionaron mal al ser reemplazados.
La justificación de Flick: amarilla Y NECESIDAD DE piernas frescas
Tras el partido, Hansi Flick explicó que la sustitución fue una decisión puramente táctica y preventiva: Yamal había recibido una amarilla en el minuto 56, lo que llevó al técnico a sacarlo en el minuto 89 para evitar riesgos innecesarios en los minutos finales.
«Lamine Yamal ha tenido una pequeña decepción, pero tenía amarilla, necesitábamos piernas frescas y esa es la razón».
El entrenador incluso bromeó, quitándole hierro al asunto:
«La próxima vez se sentará en el banquillo», bromeó el técnico, antes de defender abiertamente al jugador:
“Lo cambiamos porque estaba amonestado y sólo quedaban unos minutos; si estaba un poco molesto lo entiendo, yo también lo fui como jugador”.
Así, la decisión no buscaba penalizar al joven extremo, sino protegerlo y asegurar la victoria. El cambio, aunque emocionalmente polémico, responde a la lógica de un torneo como la Champions, donde las amonestaciones pueden tener un coste muy alto.
Las consecuencias: suspensión y reflexión interna
La amonestación que Yamal recibió —su tercera en esta fase de la Champions— implica que no estará disponible para el próximo encuentro europeo, el 21 de enero, ante el Slavia Praga.
¿Se puede comparar con Vinícius? No necesariamente
Algunos medios han querido comparar la reacción de Yamal con enfados pasados de Vinícius, pero la comparación pierde fuerza en cuanto se analiza el contexto.
Primero, la situación del partido: Yamal tenía amarilla, el Barça estaba gestionando una victoria crucial y Flick buscaba proteger el resultado. En otros casos, los enfados no respondían a una situación disciplinaria ni a un riesgo táctico real.
Segundo, la gestión posterior: Flick salió en su defensa, justificó la decisión y normalizó la reacción. No hubo enfrentamiento ni desaprobación pública. Un matiz clave.
Y por último, la edad y el proceso: Yamal sigue siendo muy joven, y lo mostrado parece más un gesto instintivo de competitividad que una actitud de desafío o falta de respeto. Para muchos analistas, lo que transmitió fue hambre, no rebeldía.
La sustitución de Lamine Yamal generó debate, titulares y comparaciones, pero analizada con perspectiva parece más un momento de frustración juvenil que un conflicto real. Flick, el vestuario y el club han apostado por la calma, priorizando la seguridad táctica y la gestión emocional de un talento precoz que está aprendiendo a convivir con la élite.
Yamal demostró carácter, ambición y deseo de jugarlo todo. Con tiempo y buen manejo, esa intensidad puede convertirse en una de sus mayores fortalezas.
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