En la quinta jornada de la UEFA Champions League, el FC Barcelona sumó una trabajada victoria ante el Stade Bretois 29 para romper la dinámica de dos partidos sin ganar y colocarse segundo provisionalmente.
Con esta victoria, el conjunto dirigido por Hansi Flick acaba la jornada con 12 puntos tras 4 victorias en 5 partidos y con el segundo puesto provisional a la espera de lo que hagan Liverpool y Mónaco.

La Champions, la mejor medicina
Era el turno de la Champions. La competición por excelencia volvía a Barcelona con el recuerdo todavía en mente de lo que fue aquella gran victoria ante el Bayern de Múnich. Este año todo era diferente. Pasar de temerla a amarla, de sufrirla a disfrutarla. Deseábamos que volviera a sonar su himno, a ondear su gran lona, en definitiva, la cura a nuestros males o el antídoto a nuestros dos partidos sin ganar. Lo que un día fue y lo que es ahora no tiene nada que ver, en parte, gracias a Hansi Flick.
Un martes a las 9 de la noche, con un ambiente de gran noche futbolística, con ambas aficiones hermanadas, quién lo iba a decir, el Barça afrontaba un partido que podía ser la excusa perfecta para volver a ser ese equipo dominante que asustaba a Europa, aquel equipo que dió atisbos de ser al inicio de la temporada el que mejor fútbol hacía. Una oportunidad de oro para volver.
Todos los alicientes sobre la mesa a un partido en el que Hansi Flick apostaba por su once titular con tan solo dos variaciones obligadas: la entrada de Gerard Martín por Alejandro Balde y la de Fermín López por el lesionado Lamine Yamal.

Lewandowski se pone a 100
El partido comenzó igualado, con ambos equipos escondiendo sus cartas. El Barça con ese 4-2-3-1 habitual, con Pedri y Casadó en la base y Olmo en la media punta y Eric Roy, entrenador del Brest, con una clara idea de agruparse bien por dentro y salir al contraataque. Así, de hecho, llegaron los primeros intentos del conjunto bretón, con dos salidas por banda que acabaron en centros lateral en busca de la cabeza de Ajorque, la gran referencia de su ataque. Dos avisos que demostraban que el Brest no había llegado a Barcelona de turismo.
Pero cuando no se pueden crear goles a partir del juego combinativo, un gran equipo debe demostrar que es capaz de imponerse también en el resto de facetas. Y una de ellas son los penaltis. Y aquí el Barça también se impuso. Corría el minuto 9 de partido cuando Pedri puso un centro a Lewandowski, quien al controlar con el pecho, fue arrollado por Bizot. Pena máxima y responsabilidad para el polaco para poner el primero de la noche. Una tarea que asumió sin temor y con la que alcanzó su gol número 100 en la Champions League, consiguiendo algo que tan solo habían alcanzado Messi y Cristiano Ronaldo. Un delantero de época jamás reconocido como tal.

Un segundo gol que no acababa de llegar
Con el resultado a favor, y con la sensación de que el equipo iba creciendo a medida que pasaban los minutos, el FC Barcelona se puso entre ceja y ceja conseguir el segundo gol. Un tanto, que a decir verdad, era tan o más importante que el primero. Un gol, que no solo te da la tranquilidad de tener un mínimo colchón que en Europa se agradece, sino que también, en una liguilla donde cada marcador importa, te hace escalar en la clasificación. Porque con todo apretado en la parte alta, cualquier mínimo resquicio debe ser aprovechado para ampliar ventajas y depender de ti mismo. En definitiva, un segundo tanto que evitase reanimar a los fantasmas del pasado, aquellos que aparecían cuando no cerrabas los partidos.
El Barça lo intentaba, de hecho Fermín lo tuvo en sus botas hasta en dos ocasiones. Tras el primero, el conjunto azulgrana estaba intenso, vivo en los robos y precisos en los pases. De esta manera, llegaron esas dos ocasiones que cerca estuvo el Lluís Companys de celebrar. Un pase al espacio y un robo en salida de balón en los que a Fermín se le hizo de noche. Dos oportunidades que hicieron lamentarse a un joven jugador que pese a sus minutos no acaba de encontrar la tecla esta temporada de cara al gol.
Un asedio constante del que ni Dios sabe como el Brest salió vivo. Porque el Barça encontraba el desequilibrio de Raphinha por derecha, la profundidad de Gerard Martín por izquierda, el control y pase de Pedri y Casadó por dentro, pero le faltaba lo más importante: el gol. Bien defendido, Lewandowski entró en una batalla personal con los centrales franceses de la que difícil victoria tenía. Un duelo titánico donde el polaco se vió atrapado como si de algo personal se tratase. Un fútbol que desapareció en su guerra particular y con la que el Barça tuvo que convivir hasta que el colegiado pitó el descanso.

Números brillantes para un jugador brillante
En la reanudación, el Barça salió con una marcha más, con más ímpetu, más vivo a por el segundo gol. Sin cambios, los blaugranas debían encontrar la llave para abrir una defensa que, a excepción del penalti, no había sufrido en exceso. Una llave que pertenecía a un poseedor: Dani Olmo. El de Terrassa es ese tipo de jugador capaz de de desatascar un partido, incluso cuando él parece que no lo esté jugando. Su primera parte no había sido nada buena, constantes imprecisiones en el pase y pérdidas absurdas de balón lo estaban lastrando. Sin ser su mejor partido, todos teníamos en la cabeza que a la mínima que encontrase un balón con ventaja alguna podía liar. Él tiene esto, y muy pocos jugadores en el mundo lo tienen. Un jugador capaz de marcar las diferencias en una baldosa.
Una estrella aún emergente que en su primera temporada ya es una pieza fundamental del esquema de Flick. Porque Olmo primero avisa y después pica. En el 61 de partido avisó de sus intenciones y tras un remate a bocajarro, el defensa Chardonnet le negó el gol bajo palos. Una ocasión fallada que, en vez de amedrentarlo, le hicieron crecerse aún más si cabe. Un error que rápidamente enmendó con un gol de clase mundial tan solo 5 minutos después. Tras un gran centro raso de Gerard Martín por izquierda, Olmo recibió, regateó en una baldosa y batió sutilmente a Bizot. Madera de crack y sexto gol de la temporada para el catalán.

La sentencia definitiva
El segundo cayó como agua de mayo entre los azulgranas. La impotencia de haberse ido al descanso con un marcador tan apretado pese a los méritos deportivos, rápidamente se transformó en una balsa de tranquilidad en la que transitaba la posesión y la seguridad en campo propio. Una distancia de dos goles sirve para encontrar acomodo, pero a su vez si falta mucho por jugarse, tampoco te impide relajarte. En el recuerdo estaban las dos desconexiones ante el Celta que costaron dos goles. No se podía volver a repetir. Y de milagro casi sucede. En el minuto 76, tras un balón en largo a la espalda de la defensa, Pereira Lage batió a Iñaki Peña con un tiro cruzado ante el silencio de los 45.000 culés presentes. Un gol, que de no ser por la gran maestría en tirar la línea del fuera de juego, hubiese subido al marcador. Un arte, el de dejar a los rivales adelantados, que muchos buscaron desacreditar, pero que volvía a darle al Barça resultados.
Con el gol anulado, los bretones bajaron los brazos. Complicado mantener la intensidad cuando el reloj va en tu contra y cuando la única ocasión clara de gol acaba en fuera de juego. Una lucha contrarreloj para un rival serio al que le faltó inquietar algo más el área contraria. Una apuesta conservadora que de bien seguro Eric Roy, su técnico, hubiese firmado acabarla con 2 goles en contra. Porque el ‘gol-avarage’ es muy importante en Champions, y 2 goles no son igual que 3 en el cómputo general. Un registro que, el Barça también conocía, y por el que buscó ampliar la renta antes del pitido final.
El conjunto azulgrana comenzó a robar balones en zona ofensiva y eso era peligroso. Pablo Torre tuvo el tercero en el 85 pero inexplicablemente la mandó fuera, y finalmente Robert Lewandowski obtuvo su doblete de la misma manera. Robo en campo contrario, Balde que asiste para el polaco y gol 101 en Champions al filo del final. Merecido doblete para un delantero que hace el trabajo sucio que nadie ve pero que es importante como el que más.

Regreso a la senda de la victoria para un Barça que mostró su cara más seria y que a su vez, logra encarrilar la clasificación directa para los octavos de final de Champions League. Ahora a pensar en la Unión Deportiva Las Palmas para trasladar lo visto ante el Brest a una competición doméstica en la que no está permitido volver a fallar.

Ficha del partido
- 3 – FC Barcelona: Iñaki Peña; Koundé, Cubarsí, Iñigo Martínez, Gerard Martín (Balde, min. 78); Casadó, Pedri (De Jong, min. 88); Raphinha, Olmo (Gavi, min. 68), Fermín (Pablo Torre, min. 78); y Lewandowski.
- 0 – Brest: Bizot; Lala, Le Cardinal, Chardonnet, Haidara; Fernandes (Martin, min. 78), Magnetti, Camara (Faivre, min. 70); Sima (Baldé, min. 59), Ajorque (Del Castillo, min. 78) y Doumbia (Pereira Lage, min. 70).
- Goles: 1-0 Lewandowski (min. 8). 2-0 Dani Olmo (min. 66). 3-0 Lewandowski (min. 90+3)
- Árbitro: Irfan Peljto (Bosnia y Herzegovina). Amonestó a los visitantes Lala, Camara, Ajorque y Le Cardinal.