Raphinha: El Renacido que conquistó Montjuïc

El capitán sin brazalete

En el fútbol, como en la vida, hay historias de redención. Futbolistas que pasan de ser cuestionados a convertirse en imprescindibles. Nunca fue el favorito, el prodigio, el elegido, ni siquiera el jugador de portada, por ello y más que nunca, Raphinha es la viva imagen de ello. Anoche, en el Lluís Companys, el brasileño realizó una de sus mejores actuaciones desde que viste la camiseta del FC Barcelona. No solo guio la victoria por 3-1 ante el Benfica, sino que dejó una declaración de intenciones: el fútbol no es solo para los elegidos, si no también, para los inconformistas. Y de nuevo, Rafa conquistó Barcelona.

Durante meses, el nombre de Raphinha no dejó de sonar en todos los mercados, como salida del club. Que si no encajaba en el sistema, que si su irregularidad no justificaba su fichaje, que si el Barça necesitaba dinero y él era el señalado… Pero el brasileño, nunca bajó los brazos. Sin dejarse llevar por dudas y rumores, respondió donde mejor lo sabe hacer: sobre el campo.

Ayer, Raphinha brilló con la luz de los que están tocados por una varita. Situado en el lugar de los que muerden, en vez de los que dudan, el brasileño consiguió un doblete que encarriló el pase a los cuartos de final de la Champions League. Rapha desbordó, lideró, desequilibró y no dejó de intentarlo, convirtiéndose en el jugador más determinante del partido. No necesitó el brazalete de capitán. Fue el líder que el Barça necesitaba.

Desde el pitido inicial, Raphinha jugó con el hambre de quien sabe que está ante su gran noche. A los 11 minutos, tras una brillante jugada de Lamine Yamal, el brasileño inauguró el marcador, demostrando su instinto depredador. Aunque Otamendi igualó momentáneamente el encuentro, Raphinha no se amedrentó. Antes del descanso, volvió a aparecer para firmar el tercer gol azulgrana, sentenciando el encuentro y demostrando que su hambre de gloria es insaciable.

Pero su partido no se reduce a los números. Fue actitud, carácter, un futbolista que entendió la responsabilidad de jugar para el FC Barcelona ante una gran noche europea. Raphinha corre como si el fútbol fuese una persecución, como si en la portería estuviera su única salida, como si cada partido fuese un mano a mano con el azar. Su mirada no es la de un jugador que solo busca brillar; es la de un luchador que ha aprendido a sobrevivir. Quien ha caído y se ha levantado, quien ha sido cuestionado y ha respondido, quien ha sentido la presión, y en lugar de huir, ha decidido abrazarla.

Con su doblete ante el Benfica, Raphinha igualó los 47 goles de Ronaldo Nazario en su etapa como futbolista del Barça. Un dato que no es casualidad, ya que como el fenómeno, Raphinha juega con determinación y rebeldía, con esa sensación de que cuando recibe el balón, algo va a pasar. No tiene la potencia de Ronaldo, pero sí su descaro. Tampoco su definición, pero sí su impacto.

Su intervención de anoche no solo catapultó al Barça a los cuartos de Champions League, sino que además, acercó a Raphinha ante un hito histórico: igualar a Lionel Messi como máximo goleador del FC Barcelona en una sola temporada de competición europea. Su desempeño está demostrando ser encomiable, consolidándose como uno de los máximos referentes del equipo.

Y es que su travesía no ha sido sencilla. Cuando llegó al Barcelona en 2022, lo hizo con el cartel de estrella de la Premier League. En el Leeds United, se había convertido en el jugador más destacable, un extremo con alma de líder. Pero en el Barça, las dudas nunca faltaron. Se le criticó por su irregularidad, se le discutió por su toma de decisiones y se le puso en la rampa de salida en más de una ocasión. Pero anoche, el brasileño no necesitó llevar el brazalete para sentir que con su mirada, superaba el tiempo de un guerrero determinado por su hambre; ayer su fútbol habló por él.

El fútbol es de los valientes, de los que corren sin miedo, de los que miran a la presión a los ojos y la desafían. Por todo esto, anoche en Montjuïc, Raphinha no necesitó del brazalete para liderar al Barça, lo hizo con su juego, carácter y compromiso. Porque mientras otros dudaban, él creyó. Mientras otros lo ponían en el mercado, él en un silencio constante, trabajó.

Y es que Raphinha, perdónales. Perdón por todos aquellos que no confiaron en ti, porque no hará falta tirar más fotos todavía que te tengo, ni darte más crédito las veces que pudieras necesitar. Pero sobre todo, gracias Rapha, gracias por aún cuando muchos no te querían, demostrarles que tú, sí querías estar aquí. Por ello, ahora cada vez que el balón queme, cada vez que el club lo necesite, todos tienen la misma certeza: Raphinha estará ahí, con la mirada firme y el corazón en alza, listo siempre por y para el Barça.